Y tú.. ¿coleccionas o acumulas?

Y tú.. ¿coleccionas o acumulas?
Photo by Thimo Pedersen / Unsplash
La mierda de una persona es un tesoro para otra.

Creo que no hay mejor forma de definir el coleccionismo. No es que sea yo una persona muy versada en estos temas, pero si es cierto que acumular cosas no se me da nada mal. Para muestra, un ejemplo.

Durante la pandemia, en un ataque de nostalgia inducido por el encierro y el aburrimiento, me dio por rescatar mi "colección" de cartas de un juego que intentó competir en los 90 contra Magic: The Gathering usando una de las mejores franquicias de la historia. El juego en si se llamaba Star Wars Customizable Card Game y consiguió unir juego y coleccionismo con el universo de Star Wars. No os aburriré con los detalles de dicho juego, el caso es que durante su corta vida (solo se comercializó desde 1995 hasta 2001, coincidiendo con mis últimos años en el colegio) me aficioné a comprar cartas, montar mazos y jugar con el reducido grupo de amigos que se acercaba a semejantes niveles de frikismo. En su día pensaba que había conseguido una buena colección de cartas, con más de 1.000 guardadas entre álbumes y cajas y algunas de ellas muy cotizadas. Pero más de 20 años después y tras bucear por algunos foros y sitios especializados, me di cuenta de que estaba muy lejos de tener algo considerado "una colección", lo mío era demasiado amateur comparado con lo que había ahí fuera.

Estuve meses intentando completar mi mal llamada colección, comprando cartas sueltas, sobres cerrados (muy caros dada su escasez) y poco a poco tachando cartas de mi lista de "noles". No era consciente de que, como con todo en esta vida, "siempre hay alguien más friki que tú" y me topé con un mercado al alza en el que hay gente gastando auténticos dinerales en una simple carta. No lo critico. Es más, en algunas ocasiones he deseado seguir esos pasos y destinar cantidades ingentes de dinero a una afición que comenzó hace casi 30 años y que en el fondo no es más que un ejercicio de nostalgia en toda regla. El caso es que mi colección sigue sin estar completa, aunque ha mejorado mucho, y no creo que la complete nunca, mi cuenta bancaria tiene un límite. Lo que me da paso a cuestionar ¿en qué momento el coleccionismo se convierte en acumulación (y vice versa)?

Una vez me crucé con una reflexión que ponía el límite del coleccionismo en cómo y dónde guardes tus preciados tesoros. Si tienes 10 tazas chulas (o frikis, de tu equipo favorito, con formas raras, etc.) en el armario de tu cocina es posible que Diógenes se esté apoderando de ti. Pero si las tienes en una vitrina de cristal en el centro del salón de tu casa o en una habitación dedicada sólo a su exposición, entonces eres un coleccionista de pro. Me parece una reflexión bastante acertada y es una buena forma de poner los límites, pero todos sabemos que la práctica es algo más compleja.

Digo más compleja porque tras tontear con distintos tipos de coleccionismo (quién no tuvo su cuarto inundado de tazos en algún momento de su infancia) descubres que ese adjetivo es por lo general siempre auto impuesto. Hay gente que por definición sería coleccionista, pero en la práctica y bajo su punto de vista no lo es del todo. Imagina todos aquellos que compran los álbumes de cromos de la liga o del mundial de fútbol solo por el hecho de abrir los sobres, pegarlos y completar su álbum sin más objetivo que ese. Nada de guardarlo junto con los álbumes de otros años o de conservarlos en fundas de plástico y mucho menos exponerlos en su casa. Algo similar pasa con los juegos de cartas tipo Magic, Pókemon TCG, las ya mencionadas Star Wars CCG o más recientemente Disney Lorcana. Hay jugadores que nunca se considerarán coleccionistas y coleccionistas que nunca jugarán con sus cartas. Incluso cuándo hablamos de gastar auténticos dinerales en cuadros o piezas de arte, el término coleccionista es algo que decide adoptar aquel que suelta la pasta.

Otro ejemplo curioso son los juguetes y en mi caso el que mejor conozco es el de los Lego. Existe una corriente de pseudo coleccionismo en el cual el "coleccionista" de turno se dedica a comprar sets que por algunos motivos se espera que se revaloricen y que van a dejar de venderse en los próximos meses, acumulando varias unidades para luego venderlas por un precio muy superior al de adquisición. Los llamo pseudo-coleccionistas porque por lo general quienes llevan a cabo esta práctica son aficionados a los Lego y tienen sus propias colecciones. Esto le supone un problema a la propia marca, que ya limita las unidades de ciertos sets que puede comprar una persona para no tener problemas de stock. Pero también afecta quienes simplemente quieren comprar su set para montarlo y jugar con él, y por lo general esos suelen ser casi siempre los más peques de la casa, que en muchas ocasiones no pueden hacer frente a un mercado roto por culpa de la codicia.

Al final la ley de la oferta y la demanda es la que mueve el mundo y como bien apuntaba al principio de este post, la mierda de uno es el tesoro de otro, solo hay que saber encontrar tesoros a precio de mierda y ahí es donde entra en juego la astucia y el tiempo que pueda dedicarle cada uno. En mi caso nunca he llegado a traspasar ciertas líneas para intentar completar mi colección, aunque hay veces que casi me vence la tentación. Pero si algo tengo claro es que casos como el de mis queridas cartas de Star Wars los hay a raudales. Ataques de nostalgia que se convierten en un síndrome de Diógenes disfrazado de Coleccionismo el cual es muy fácil de justificar dado su valor sentimental. Pasa con los Funko, los Lego, los cromos de fútbol, autógrafos... incluso con objetos que tienen una "utilidad real" como libros o dvds. Si algo tiene valor sentimental lo normal es querer guardarlo. Pero en muchas ocasiones lo que guardamos por cariño y justificamos como coleccionismo no acaba siendo otra cosa que guardar por guardar.